La semana pasada vino el huracán Charley a Wilmington. Gracias a Dios no tuvimos muchos daños, pero cayeron algunos robles en nuestra colonia. Después estaba mirando los daños y vi que todos los árboles que cayeron o no tenían raíces o eran huecos por dentro. Esos árboles ni tenían chance cuando llegaron los vientos, y cayeron. Empecé a pensar, nosotros somos como esos árboles. Necesitamos raíces fuertes y también algo por dentro. Las raíces crecen mientras que permanecemos en Cristo, y entonces creceremos por dentro. Gracias a Dios tengo raíces fuertes en mi familia, en mi iglesia, en mis amigos que me ayudan a ser como Cristo, pero no pueden ser mis únicas raíces porque entonces cuando ellos ya no están, caería yo como esos robles. Hay que tener una relación viva y dinámica con el Señor Jesús. Este es el clamor de mi corazón, a permanecer en Él, a conformarme más a Su imagen, a buscarle a Él más que cualquier otra cosa, que la actitud de mi corazón sea “Te anhelo, te necesito, te amo más que a mi ser.”
¿Puedo decir eso? ¿Realmente le amo más que a mi propio ser? ¿He llegado a pensar como Él? Temo que no, pero Él sabe el deseo de mi corazón, y me está guiando, formándome como barro en las manos de un Alfarero experto.
Solamente con estas raíces podremos soportar los vientos. Sólo así podremos ser fieles a Él.